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LA GENERACIÓN DE CRISTAL

No son de cristal, son de ahora

Durante mucho tiempo, escuchamos frases como si fueran verdades absolutas: “los chicos de antes sí que se comprometían”, “ahora no aguantan nada”, “les falta hambre de gloria”, “no tienen respeto por la autoridad”, “la culpa es de TikTok”. Frases dichas en charlas entre entrenadores, en pasillos de clubes, en reuniones de padres. Frases que suenan firmes, pero que esconden cierta impotencia.

Pero… ¿y si no fuera que están rotos, sino que son distintos? ¿Y si no es que les falta algo, sino que traen otras formas de ser, otras búsquedas? ¿Y si el problema no son ellos… sino nuestra falta de mirada actualizada?

Porque no, no son de cristal. Son de ahora.

Entrenamos personas, no estereotipos

El primer error que cometemos —y que nos aleja— es generalizar. Pensamos que todos son iguales, que “a esta generación no le interesa nada”. Aqui puedes leer algo sobre conocer mas a los jugadores en el post anterior: ¿Y SI LES PREGUNTAMOS QUE PIENSAN?. Pero los jugadores no vienen moldeados en serie. Cada uno llega con su historia, con su mochila, con sus deseos y sus miedos. Algunos son más reservados, otros más efusivos. Algunos viven para competir, otros buscan un espacio donde pertenecer. Algunos tienen apoyo en casa, otros sobreviven en el caos.

¿Sabemos realmente quiénes son? ¿Nos tomamos el tiempo de conocer qué los moviliza, qué los frustra, qué los emociona? ¿O seguimos hablándoles como si fueran la misma versión adolescente de hace veinte años?

Dejar de buscar culpables

Es muy tentador señalar hacia afuera. “Los padres ahora los malcrían”. “Los chicos están todo el día con el celular”. “Antes respetaban más”. Es tentador y facil… pero inútil. Porque aunque todo eso tenga algo de cierto, no nos sirve para mejorar.

La realidad es que estos son los jugadores que tenemos. Más aún: estos son los jugadores que elegimos entrenar. Y culpar a su contexto, a sus hábitos, a su crianza, es una forma de sacarnos responsabilidad.

No estamos para cambiarlos a ellos, sino para acompañarlos en su desarrollo. Con sus herramientas, en su época, en su realidad.

Adaptarse no es resignarse

Ser flexibles no es rendirse. Es entender que el mundo cambió y que entrenar hoy no puede ser igual que hace dos décadas. No porque “haya que bancarse todo”, sino porque es inteligente, es estratégico, es necesario.

Adaptarse no significa dejar de exigir. Significa encontrar el modo de que el mensaje llegue, de que la exigencia tenga sentido, de que el esfuerzo valga la pena para ellos.

No se trata de bajar la vara, sino de construir el puente para que puedan alcanzarla.

El liderazgo ya no se impone, se construye

Antes bastaba con un grito. Con una orden firme. Con una mirada severa. Hoy, eso no alcanza. No porque “se hayan vuelto blandos”, sino porque las formas de autoridad han cambiado.

Hoy se lidera desde el vínculo. Desde la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Desde la claridad de nuestros objetivos. Desde la honestidad emocional. Desde la escucha activa.

La autoridad real ya no se impone, se gana. Y eso no nos debilita como entrenadores. Al contrario: nos vuelve más sólidos. Porque el respeto que se construye vale mucho más que el que se teme.

¿Cómo los enganchamos?

No hace falta hacer un show cada entrenamiento. Ni disfrazarnos de influencers. Ni prometer cosas que no vamos a cumplir. Lo que hace falta es darles UN sentido.

Que entiendan para qué entrenan lo que entrenan. Que sientan que el espacio les pertenece. Que tengan desafíos reales, alcanzables pero exigentes. Que el equipo sea también un refugio. Que haya lugar para crecer, para equivocarse, para aprender.

La motivación no se impone, se provoca. Y el mayor motivador sigue siendo el sentido: ¿para qué hacemos lo que hacemos?

El entrenador que el presente necesita

Actualizarse no es solo cambiar los ejercicios. Es también mirar distinto. Escuchar distinto. Probar otras formas. Aprender a conectar sin perder autoridad. A enseñar sin herir. A marcar límites sin humillar.

Hoy más que nunca necesitamos entrenadores conscientes, responsables, empáticos. Entrenadores que se animen a dejar de repetir frases viejas y a buscar caminos nuevos. Entrenadores que, lejos de la nostalgia por lo que fue, se entusiasmen por lo que puede ser.

Entonces…

La próxima vez que escuches “son de cristal”, pensá dos veces.
Tal vez lo que hay que cambiar no son ellos, sino cómo los miramos.
Tal vez lo que necesitan no es menos exigencia, sino más sentido.
Tal vez el verdadero desafío no es que se adapten ellos, sino que nos actualicemos nosotros.

Porque al final del día, seguimos diciendo que entrenamos para formar personas. ¿Y si empezamos por formar mejores vínculos? ¿Y si dejamos de quejarnos y asumimos el rol de liderar con compromiso, con empatía, con inteligencia emocional?

Te dejo una pregunta para cerrar:

¿Qué estás haciendo hoy para que tus jugadores quieran quedarse y volver?

por GABRIEL HERRERA
Hockey en contexto

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One reply on “LA GENERACIÓN DE CRISTAL”

Muy bueno!! Una gran realidad que nos atraviesa en el deporte y en todos los ámbitos de la vida, los jóvenes son el futuro, adaptémonos a ellos , evolucionemos

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